La
naturaleza está en nuestro entorno. Es universal con mil
peculiaridades. Sus materiales son infinitamente ricos y variados.
En contacto con ella y con su conocimiento, aprendemos a amarla
y a respetarla.
La
naturaleza nos acerca a diferentes situaciones. Nos abre
caminos para recorrer juntos con los niños. Redescubrimos
el entorno dónde vivimos, los oficios, las herramientas,
los recipientes, las canciones, los poemas...
Mirando el cielo. Paseando bajo la lluvia. Buscando caracoles.
Recogiendo piedras, hojas, flores, encontrando y observando
mil formas y toda la variedad de colores y texturas... ponemos
en marcha nuestros sentidos para disfrutar de sensaciones
y vivencias.
Pequeños
y grandes, con tiempo y procesos, podemos capturar todo
aquello que hemos visto, tocado, vivido. Cosas que están
en la base de nuestra cultura y que generan ilusión
para conocer y para crear. Los abuelos y la gente del campo
nos pueden aportar su riqueza, conocimientos que no podemos
perder.
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En
contacto con la naturaleza y sus elementos, es posible conocer,
descubrir, observar, apropiarse de lo que llega a ser importante
y significativo para los niños. ¿Qué les
interesa? ¿Cómo pueden desarrollar la riqueza
de los sentidos?
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La
naturaleza en la escuela
Ofrecer
cestas llenas de frutas, cajas con diferentes tipos de piedras,
cestos con hojas. Pintar con el pigmento de las pieles de una
mandarina seca, mezcla de almívar y pigmentos de pastelero...
Trabajar con flores, plantas y frutas.
Salir
bajo la fina lluvia. Mirar el arco iris. Lanzar piedras a los
charcos. Salir al jardín a buscar caracoles después
de un día de lluvia.
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Reconvertir
los espacios de cemento en jardines llenos de flores, hierbas
aromáticas, árboles, fuentes.
Cultivar un huerto dónde los principales protagonistas
sean los abuelos, creando espacios y tiempos para el encuentro
de diferentes generaciones.
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Jugar
con la luz natural, con sus mil vertientes, desde hacer con un
espejo el juego de la ratita, hasta contemplarse en un charco.
Pintar con pintura fluorescente para capturar la luz y ver en
la oscuridad. Jugar con las linternas. Pasear en días grises
y contrastar la luz de las cosas en días brillantes de sol.
Utilizar
materiales naturales para organizar propuestas de juego simbólico,
la cocinita, la parada, las muñecas. Poder morder, cortar,
experimentar con un trocito de zanahoria o un trocito de lechuga.
Poder poner un poco de agua y pan para hacer unas sopas. Lavar
los vestidos de las muñecas.
Organizar
situaciones de experimentación y observación con el
agua, harina, arena, barro... Hacer descubrimientos con las pompas
de jabón. contemplando a través de un bote redondo
de vidrio lleno de agua. Construyendo juegos de agua. Situaciones
pensadas previamente para
que el niño pueda preguntarse: ¿Qué es esto?
¿Qué puedo hacer? ¿Qué pasa cuando? ¿Qué
pasa sí? Como decía Loris Malaguzzi, "los niños
tienen en sus manos el arte de la investigación".
Las
múltiples posibilidades de experimentación, elaboración
y observación nos invitan a incorporar estas actividades
a la vida cotidiana de la escuela.
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"Tenemos
aquí, pequeños y grandes que buscan el placer de jugar,
trabajar, hablar, pensar e inventar juntos.
Para poder conocer y comprender como es y como podría
ser el mundo, para vivirlo cuanto más intensamente mejor
y, si puede ser, con alegría."
Loris Malaguzzi en la exposición "L'occhio
se salta il muro". Muestra de un trabajo pedagógico
para niños. |
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Todo
un mundo. Artículo a la revista Infancia
núm. 108 de Carme Cols y Marta Ferrer.
Mayo-junio 1999. Páginas 10-13 A.M.R.Sensat. Barcelona. |
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