Dos
butacas invitan a tomar asiento.
El
espacio que se crea entre dos butacas, en la sala
dónde viven y conviven un grupo de niños,
se convierte en un nudo de vida dinámico, flexible,
acogedor, cambiante... Niños y adultos crean
las relaciones, sienten preservada la intimidad, hacen
volar la imaginación. Las dos butacas son un
ejemplo de una pedagogía diseñada por favorecer
el desarrollo armónico de las criaturas.
Del
artículo: "Dos
butacas y algo más" de Carme
Cols en Infancia número 54 marzo-abril
1999. AM Rosa Sensat. Barcelona
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