Paseando por las paradas, curioseando dentro de la casa, todo el mundo va investigando y se va sorprendiendo ante lo que se encuentra.

La abuela trabajando en su taller improvisado en la mesa del comedor. Los niños disfrutando con los instrumentos musicales hechos con calabazas.

El pastel de calabaza es muy bueno e invita a levantar el porrón.

Al fin y al cabo una buena y sorprendente experiencia ante las posibilidades educativas, inesperadas para muchos y ya cotidianas para muchas maestras que hace años que vienen a visitarnos.