Con la colaboración de algunos familiares, un grupo de niños y la maestra se disponen a hacer la cosecha de las calabazas.
Se dirigen al huerto de Consol, que, en realidad, se ha transformado en el huerto de la escuela.
Un pasaje del camino de ida y de vuelta es atractivo porque los niños pueden ir sólos sin peligro.
Las hojas caídas durante este otoño y un viejo olivo, con un agujero maravilloso, son una buena oportunidad para experimentar y disfrutar de estos interesantes elementos naturales. |